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09-08-2015

 

FIT, "chavismo de izquierda" y este blog


 

SURda

Opinión

Rolando Astarita

Por estos días he leído la declaración de Democracia Socialista titulada “Por la apertura del FIT y una verdadera renovación política de la izquierda, votemos a la Lista UNIDAD” (se puede consultar aquí http://www.democraciasocialista.org/ ). Democracia Socialista se define como parte de una “nueva izquierda”, que busca “la renovación de las tradiciones de izquierda”. Hasta ahora esa “renovación” ha pasado, en buena medida, por el apoyo –“crítico”- al chavismo, a Evo Morales, y a partidos como Syriza y Podemos. Se lo justifica diciendo que se trata de “escenarios de disputa abierta”; que la clase obrera “se delimita de la burguesía” apoyando a estos gobiernos y partidos; que no respaldar –con las correspondientes “reservas”- estos procesos es incurrir en el sectarismo y el dogmatismo; y que hay que rescatar los “núcleos de buen sentido” de los que votan a favor de gobiernos capitalistas “progresistas”.

Naturalmente, estas posiciones han desatado una polémica al interior del FIT sobre hasta qué punto son compatibles con las de PO, IS o PTS, que son críticos del chavismo, Evo y Syriza. Puede verse entonces que el tema interpela la naturaleza de los acuerdos programáticos y estratégicos alcanzados en el FIT. ¿Es posible congeniar las posiciones de los partidos trotskistas que lo integran con las de Democracia Socialista y aliados, de manera que presenten una posición común en las cuestiones estratégicas, al margen de diferencias tácticas, secundarias?

Confieso que en estos momentos no estoy en condiciones de responder esa pregunta. Sin embargo, sí afirmo que, desde las posturas que he defendido en este blog, no habría manera de congeniar un programa y una orientación estratégica en común con Democracia Socialista. La razón última es que las diferencias parten de la caracterización de clase de regímenes como el chavismo, y de partidos como Syriza. He planteado, reiteradas veces, que desde el punto de vista de clase el chavismo, o Syriza, no están en el limbo; son organizaciones burguesas . Por eso, si afirmo que el chavismo es un régimen de capitalismo de Estado burocrático, no puedo macanear con que es “un espacio abierto sujeto a disputa”. Pero entonces el Estado venezolano no se puede reformar con “apoyos críticos” (o con intelectuales revolucionarios viajando a dar sus buenos consejos a los burócratas de turno). Algo similar puede decirse de los socialismos burgueses, o pequeño burgueses, y sus partidos y gobiernos. El carácter de clase del gobierno de Syriza no es reformable con “apoyos críticos” y “presión de masas”.

Los argumentos los he presentado en muchas notas (incluyo las críticas a la táctica del entrismo, aquí y siguientes), así como en mis libros. Para que no haya posibilidad de confusión, sostengo que un burócrata que se enriquece con negociados del capitalismo estatal no es un “compañero confundido” o “vacilante”, sino alguien que participa orgánicamente de la explotación del trabajo, y procura su continuidad .  Pero esto es lo que jamás quieren decir aquellos que apoyan a estos regímenes. Y en base a lo anterior planteo también que un obrero que vota por ese burócrata confiando en que puede “disputar” la orientación de su política, no se acerca a ninguna independencia de clase . Pero esto es lo que nunca dicen los partidos Comunistas, los socialdemócratas, los ideólogos de lo “nacional y popular”, los trotskistas afectos a todo tipo de “entrismo crítico”, y similares.

La cuestión, además, afecta al ideario socialista por el que luchamos. La “nueva izquierda” sostiene que desarrolla prácticas “que prefiguran en la sociedad actual lo que queremos construir”. Pero esa “prefiguración” se evidencia en los regímenes que se reivindican como progresistas . Y aquí pregunto: ¿Qué tiene de “progresista” un régimen que ha llevado a Venezuela al desastre actual? ¿Qué tiene de “progresista” la desindustrialización, las colas de gente desesperada por conseguir un alimento o un remedio, el enriquecimiento de lúmpenes en base a la apropiación de la renta petrolera, la represión de las corrientes clasistas e independientes? Yendo a Syriza, ¿qué tiene de progresista un gobierno que ha llevado al callejón sin salida de la desmoralización a las masas trabajadoras, con cuentos de espejitos de colores? Mi respuesta es que no hay nada de progresista en todo esto. En cualquier caso, no hay manera de unificar un discurso estratégico entre quienes apoyan estas políticas –con “reservas”, como corresponde a los “políticamente correctos”-, y los que estamos en contra.

Para que quede clara la diferencia, repito lo que dije en otra nota, en relación al chavismo (y que se puede extender a regímenes similares, o a los burocráticos stalinistas): “El socialismo, en tanto programa liberador, en tanto crítica radical de toda forma de opresión y explotación, sólo podrá reinstalarse en la agenda de la clase obrera mundial desde la autonomía y autodeterminación de los explotados. Jamás podrá regenerarse bajo la conducción de bonapartes “socialistas”, cultos a la personalidad, enriquecimiento del lumpen burgués, milicos en las cumbres del Estado y absurdas mezcolanzas de nacionalismos y socialismos burgueses. Es hora de volver a las concepciones fundantes del comunismo. Y en particular, a la idea rectora de la independencia de clase: la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos” (ver aquí ).

No se trata entonces de buena o mala voluntad, sino de diferencias ideológicas sustanciales. Para bajarlo a tierra, si en un programa de TV se pregunta (como ha sucedido) a candidatos de la izquierda qué país encarna, aunque sea aproximadamente, el programa que defienden para Argentina, no hay manera de congeniar “Venezuela chavista es un camino (con ‘correcciones')” con “Venezuela chavista no es salida”.

Además, una aclaración imprescindible: Democracia Socialista presenta sus posiciones como si fueran una novedad. Por eso habla de “renovar las tradiciones de la izquierda”, y recusa posiciones como las que defiendo por “sectarias y dogmáticas”. Pero aquí no hay novedad. De contenido , su argumento es idéntico al que presentaba el partido Comunista argentino en los 1970 para apoyar –“con reservas críticas”- al gobierno de Perón (y la saga es larga, ver aquí ).  Por supuesto, los “nacional-populistas críticos” nunca hacen balance de los resultados -en conciencia de clase, organización, avance del socialismo- de esta práctica de décadas. Lo cual no les impide hablar de la novedad táctica del asunto.

Por último, estas diferencias estratégicas e ideológicas no tienen por qué ser un impedimento para acuerdos por luchas concretas, reivindicativas. Y ni siquiera deberían ser un obstáculo para establecer acuerdos electorales (es interesante recordar que Lenin recomendaba, dadas ciertas circunstancias, formar bloques electorales entre partidos con diferencias tanto o más grandes que las que pueden existir entre las organizaciones del FIT). Pero sí hay que aclarar las cuestiones de fondo, y no disimularlas con fórmulas de compromiso.

Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/category/general/

 
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